El equipo de Don Torcuato se levantó de un traspié con un soberbio 52-12 sobre Newman y ahora espera en las semifinales a La Plata. El Zorro Díaz Bonilla no jugó por haber sentido un dolor muscular
Hindú está intacto. El conjunto de Don Torcuato puso en claro que la derrota en casa ante Atlético del Rosario no dejó secuelas y se floreó de lo lindo ante Newman.
El elefante pasó -sencillamente- por arriba al alicaído finalista de la temporada pasada, con mil y una variantes en ataque y una buena solidez defensiva. Ahora sólo piensa en La Plata, que sacó a Plaza de carrera. La única preocupación pasa por Francisco Díaz Bonilla, quien se bajó a minutos del partido por una contractura; en la semana, los estudios pertinentes.
Vayamos a lo bueno. Hindú entendió muy rápido el partido y mostró todo su repertorio ofensivo en apenas 20 minutos para jugar con tranquilidad. Abrió el marcador con un pasamanos perfecto que fue concluido por Belisario Agulla; luego llegó un line-maul con final en try de Augusto Faraone; y finalmente, al ver la ausencia de fullback, Lucas Camacho jugó la personal con una patada, levantó mágicamente una pelota que parecía tener un sapo dentro y se la dio a Matías Larré. Tres jugadas para poner en un cuadrito.
¿Newman? Poco. En realidad se desinfló con la potencia de su rival, porque había arrancado dispuesto a dar pelea. Diego Basavilbado, luego de un estupendo y larguísimo salteo, llegó al ingoal y Santiago Piccaluga, que instantes antes había tenido a uno de los palos como enemigo en un penal, puso el 7-5 para su equipo. Pintaba lindo, como el día. Pero todo se derrumbó con la estupenda labor de un equipo que primero se armó en defensa, a puro tackle y sin dejar espacios en la línea, y después fulminó con su ataque.
Hubo más de Hindú, claro. Larré le devolvió gentilezas a Lucas Camacho, de gran partido -y eso que venía de jugar casi todo el partido con la Inter-, Lucas Toro probó en carne propia la fórmula de line-maul y para colmo se encendió Francisco Bosch: el Cubano empezó a llevarse el mundo por delante y de yapa llegó al try.
Joaquín Díaz Bonilla, por la punta cuando pasó a jugar de wing, y Francisco Fernández Miranda se unieron a la fiesta de los puntos y decoraron una diferencia de 40 puntos. El descuento a cargo de Alejandro Oberst fue un premio, tal vez, a Nicolás Piccaluga, ideólogo de la acción y el punto más alto de Newman.
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