Escondido detrás del grosísimo tronco de un centenario eucalipto, Santiago de Liniers esperaba con sus hombres entrar en escena. No muy lejos, 700 alumnos sentados en el playón deportivo del Colegio Nuestras Raíces aguardaban ansiosos el comienzo de la obra.
Así, con unos 50 actores vocacionales, mucho interés y entusiasmo se recordó en Tigre el desembarco de Santiago de Liniers que daría por terminada la toma de los ingleses del fuerte de Buenos Aires, iniciada el 25 de junio de 1806.
Diego Regnicolli vive en las islas del Delta, pero el martes último, con su uniforme de combate, se puso en la piel del comandante patriota, y hasta se animó a darles órdenes a sus subordinados: Pónganse en fila, que los chicos nos están viendo, mientras la banda de la Prefectura Naval Argentina amenizaba la tarde.
"¿Por qué Liniers? Será porque tengo un parecido físico ?dice sonriente Regnicolli?. Todo esto es por amor al arte. Una linda forma de valorar lo que fue esa gesta tan importante."
Para él es su segundo año como héroe de la Reconquista. Su debut fue en 2006, cuando la Comisión Tigrense de Conmemoración del Desembarco de Liniers, a 200 años de la gesta, organizó por primera vez esta recreación, mezcla de proyecto didáctico, cultural y turístico.
El guión de Mabel Trifaro se basa en textos de Enrique Udaondo, Pedro Casas, Felipe Pigna y otros; y la puesta en escena, con musicalización tomada de la obra de teatro El inglés, de Juan Carlos Gené, pertenece a la profesora Cora Blasco.
El desembarco de fuerzas leales en el por entonces Pago de las Conchas, desde la Banda Oriental, donde había reunido tropa, barcos y enseres, a los que se sumarían más voluntarios en San Fernando y San Isidro, no es una fecha más en el distrito.
"Tigre no tiene fecha fundacional, por eso la idea es tomar el 4 de agosto, día del desembarco, como fecha simbólica histórica. Hay un expediente en el Concejo Deliberante en este sentido. Recordar las raíces y la identidad de los tigrenses es parte del objetivo de esta recreación", coinciden Blasco y Trifaro.
La escena transcurre muy cerca de lo que fue la casa y almacén de ramos generales de José Goyechea, hoy sede del Museo de la Reconquista, que organizó a los lugareños dispuestos a defender el terruño. Lo cierto es que la obra atrapó a la platea infantil, de entre 3 y 5 años, y también a los grandes. Así lo expresaron alumnos del Colegio Nuestras Raíces que habían visto la primera función a las 9 y seguían con atención la de la tarde.
Para los varones, la mejor parte fue la toma del fuerte, con el ruido de las explosiones. "Parecía Navidad", comenta uno. "Me impresionó el humo rojo que salía del fuerte. Fue la mejor parte", agrega otro.
Las chicas, en cambio, rescataron otro aspecto: "Aprendimos cómo fue la batalla, todo el esfuerzo de un pueblo", coinciden las alumnas, poco antes de que el émulo de Liniers desembarcara de las naves armadas por los chicos del Colegio de la Reconquista para llegar al campamento, donde lo esperaba otro vecino: Juan Carlos Vázquez, que interpretó a José Goyechea.
"Es un gran esfuerzo físico, pero me encanta hacerlo. La actuación no es desconocida para mí, durante diez años integré elencos vocacionales en la zona", dice el profesor de educación física, ya jubilado, que no se cansó de esgrimir la espada frente al fuerte de Buenos Aires. Y hasta se trenzó con fiereza en un duelo con uno de los 1500 soldados escoceses del Regimiento 71 Highland Infantry, que habían participado de la toma de la ciudad.
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