La Educación como derecho humano es resultado de la construcción colectiva de varias generaciones. Los beneficios de la misma deben ser apropiados y compartidos por todos los que han bregado por hacer del conocimiento un bien incluyente puesto al servicio del bienestar de la comunidad.
El estadio máximo del proceso educativo formal lo encontramos en la formación universitaria. A través de hitos en la lucha popular (la reforma universitaria, la apertura de la universidad a los sectores populares en el primer y segundo gobierno peronista) se trató de que en Argentina se formen graduados que pudieran ser protagonistas en la edificación de un país grande, igualitario e inclusivo.
En el presente vemos en ciertos factores estructurales el resultado positivo de estas luchas. Argentina tiene más de un ocho por ciento de su población graduada, y su tasa de matriculación universitaria en Latinoamérica es solo superada por Cuba y Venezuela, estando por encima de potencias como el Reino Unido, Francia y China. Lo que nos da una visión del fuerte contenido de voluntad política (más allá de los factores económicos) del que dependerán las posibilidades de la población de acceder a la formación universitaria. La Argentina cuenta hoy con el presupuesto educativo más alto de su historia. En lo que respecta a las universidades nacionales, el 4,5% del presupuesto de la administración central de la Nación se transfiere a éstas. Es un gran esfuerzo que hace toda la comunidad.
Ahora, nos toca preguntarnos. ¿Cuál será el rol de los profesionales dentro de ese Proyecto Nacional y Popular del que ellos son innegable consecuencia? ¿Cómo retroalimentarán los graduados el impulso de esas luchas populares que posibilitaron su formación superior? ¿Qué actuación tendrán los universitarios en la construcción de un país inclusivo que dé posibilidades de realización a las mayorías y a ellos mismos?
En nuestro país está extendido el prejuicio de considerar a los títulos universitarios como mera muestra de posición social. Siguiendo a Juan José Hernández Arregui, esta falsa conciencia es incentivada por las minorías que desean impedir la realización del Proyecto Nacional y Popular que, por serlo, no segmenta sino que aúna trabajadores con profesionales. Las oportunidades de realización de unos y de otros están ligadas indisolublemente. Nadie puede realizarse individualmente en el seno de una comunidad que no se realiza colectivamente. Trabajadores y profesionales tienen unicidad de origen y de destino. Ambos dependen exclusivamente de su fuerza de trabajo para subsistir. Toda noción de división entre ellos es interesadamente creada para impedir el avance del campo popular.
Es manifiesto que los profesionales, al haber gozado de una instrucción sostenida con los recursos de toda la comunidad, tienen el deber de retribuirle los beneficios que de ella han recibido. Pero lo que no está suficientemente debatido es que los profesionales solo podrán desarrollar sus conocimientos técnicos (y alcanzar su realización personal) si son parte de una
Nación con una matriz de producción diversificada, tecnológicamente avanzada y que dinamice el enorme potencial de su población a través de la inclusión. Únicamente una matriz así demandaría intensivamente del conocimiento técnico de los profesionales. Y esta matriz solo es posible dentro del Proyecto Nacional y Popular.
En el proyecto conservador de un país chico, extravertido y para pocos, los profesionales quedan reducidos a ser gestores y guardianes sin discernimiento propio de los intereses de una minoría privilegiada a la que ellos no pertenecen. Minoría que arquitectura esquemas de formación y de trabajo carentes de uso intensivo del conocimiento, como también de generación y propagación democrática del mismo. Algo que sería contraproducente al orden exclusivo y excluyente (material y espiritual) que ellos desean mantener.
Muchos de estos rasgos se han visto profundizados en el orden global con el neoliberalismo, hoy en trabajosa retirada en Latinoamérica, hoy en apogeo en Europa. Neoliberalismo que pretende que las universidades abandonen su visión de “universalidad” que forma ciudadanos críticos, y sustituirla por una concepción totalitaria de mercado. En esa concepción, los graduados solo pueden ser simples intermediarios, vendedores y consumidores individualistas, entrenados para actuar sin conciencia colectiva. Así la formación de profesionales migraría a un esquema de apropiación privada para pocas manos, de los beneficios de una instrucción que es generada con el esfuerzo de todos.
Las gestas emancipadoras de nuestra Latinoamérica se han caracterizado por el entrelazamiento entre movimientos populares de carácter obrero, campesino, social, indígena, con movimientos intelectuales y profesionales surgidos en su propio seno o allegados de otros orígenes. No se trata de una opción entre compartimentos estancos, sino de la unión de identidades plurales cuando asumen un rumbo histórico, por las urgencias de un pueblo. Sectores de la universidad resistieron acompañando las demandas sociales de la época. Desocupados, trabajadores auto gestionados, cuestiones de género, diversidad sexual, problemáticas carcelarias entre otras, formaron parte de las temáticas abordadas por profesionales que dieron por resultado políticas concretas hacia estos sectores.
La actualidad nos demanda a un ejercicio de redefinición colectiva, política e intelectual, de la técnica y la cultura como herramientas de liberación.
Desde el Movimiento Evita y bajo la profunda vocación por el Proyecto Nacional y Popular conducido por nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner, convocamos a las agrupaciones de profesionales y profesionales independientes que tengan la aspiración de desarrollarse y poner su conocimiento al servicio de la construcción de un país grande y para todos, a participar del nuevo espacio Movimiento de Profesionales Evita.
Objetivos:
· Ayudar a la recuperación del pensamiento crítico en los profesionales argentinos, superando la visión estática, mercantil e individualista para retomar la conciencia dinámica, ciudadana, solidaria y de identidad popular.
· Proveer al estudio de temáticas sociales, económicas y de política pública que enriquezca el conocimiento desde una visión nacional y popular.
· Crear un espacio de información y asesoramiento a los decisores políticos en cuestiones técnicas, a través de comisiones permanentes de estudio de temáticas de política pública específicas sustentada en una fuerte visión nacional y popular.
· Articular programas de capacitación en gestión para profesionales que los forme como cuadros para desempeñarse en las administraciones públicas nacionales, provinciales, municipales, entidades autárquicas, empresas del Estado, agencias de cooperación internacional, cooperativas, asociaciones civiles y organizaciones libres del pueblo.
· Fomentar el debate político en ámbitos como la Universidad, los colegios profesionales y otros espacios donde los profesionales interactúen en la sociedad.
· Establecer un ámbito de formación política-técnica- y de gestión para militantes.
Nuestra invitación apunta a salir de la pasividad conformista, para recuperar el protagonismo del pensamiento autónomo, el ejercicio crítico y la labor libertaria. El convite es pasar del comentario técnico espectador a la acción técnica protagonista para transformar una realidad que puede (y debe) ser transformada.
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