Por Diego Avancini
(Concejal de Tigre)
Desde la puesta en ejecución de la visión de futuro impulsada por el exintendente Ubieto hasta
la fecha, el crecimiento urbano de Tigre en las últimas décadas ha sido notable. Nuevos
barrios, polos comerciales, desarrollos residenciales y vías de conexión transformaron
profundamente la fisonomía del distrito. Sin embargo, el crecimiento no siempre equivale a
desarrollo. Una ciudad que crece sin planificación integral corre el riesgo de hipotecar su futuro
en términos de movilidad, ambiente, infraestructura y calidad de vida.
La planificación urbana moderna exige mirar más allá de la coyuntura. No se trata solo de
ejecutar obras o autorizar desarrollos, sino de definir de manera integral el uso del suelo,
prever el impacto ambiental, garantizar la adecuada relación entre densidad poblacional y
servicios, y asegurar una movilidad eficiente para todos los vecinos. Para lograrlo, es
necesario combinar herramientas técnicas con una visión política de largo plazo que ordene
el crecimiento y preserve la identidad de cada localidad.
Tigre tiene una ventaja enorme: cuenta con historia, identidad barrial y una geografía única
que combina río, verde y ciudad. Pero esa riqueza debe administrarse con criterio y previsión.
Planificar no significa frenar el crecimiento, sino orientarlo de manera inteligente, respetando
la capacidad del territorio, las normas de convivencia urbana y las necesidades reales de los
vecinos.
En los últimos meses, y especialmente desde la campaña electoral del pasado 7 de
septiembre, el debate sobre el ordenamiento territorial se ha visto teñido por el oportunismo
político. Es momento de superar esta lógica. El futuro urbano de Tigre no puede ser rehén de
disputas coyunturales ni utilizado como herramienta de especulación partidaria. Se requiere
madurez institucional para acordar, entre todas las fuerzas políticas, un mínimo consenso que
permita establecer una verdadera política de Estado en beneficio de los vecinos.
Ese consenso debe materializarse en un nuevo Código de Zonificación, moderno,
transparente y participativo. Un instrumento que ordene el crecimiento del municipio, equilibre
el desarrollo con la preservación ambiental y dé previsibilidad a quienes invierten, trabajan y
viven en Tigre. Un código construido con la participación de los vecinos y el diálogo político
necesario que una política estratégica como esta exige y merece.
Pensar Tigre hacia adelante implica recuperar una mirada estratégica. No hay desarrollo
genuino sin previsión, ni progreso real sin planificación. Las ciudades que prosperan no son
las que crecen más rápido, sino las que crecen mejor. Y ese es, sin duda, el desafío que
tenemos por delante.
Cuando la política deja de competir y empieza a planificar, los que ganan son los
vecinos. Ese es el camino que Tigre necesita.

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