Al cumplirse este 26 de mayo seis años del fallecimiento del maestro Alfredo Bravo, el Diputado del Partido Socialista, Carlos Nivio, solicitó a la Legislatura provincial se rinda homenaje a quien fuera un ejemplo de vida austera, con profunda coherencia, y sentido ético, al servicio de una Argentina con más igualdad, libertad y justicia social.
Alfredo Pedro Bravo, fue un hombre de intensas pasiones cívicas, que lo llevaron a ser maestro, dirigente sindical, subsecretario de Educación, copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, diputado nacional, Presidente del Partido Socialista y Senador elegido por los vecinos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Carlos Nivio, en los fundamentos de su presentación destaca que: “Durante su apasionada vida, Alfredo Bravo dio una dura pelea a favor de la vida y contra todas las formas que representaban la muerte. Trabajando hasta el último día, vivió intensamente sin desperdiciar un minuto, acumulando una historia personal que bien vale recordar.
Socialista hasta la médula, su vida fue sinónimo de lucha. Vivió y murió peleando por los derechos humanos, por la justicia, por la libertad, por la igualdad. Fue su socialismo, un socialismo de acción, impregnado de las cosas simples de la vida. Demostró con una actitud coherente, militante, honesta, alejada de pragmatismo, con su generosidad permanente y su solidaridad hacia los más débiles, la profundidad de su conciencia de clase, de humanismo socialista.
Dijo muchas veces que la mayor distinción y premio que había recibido en su vida era la candidatura a Presidente de la República por el Partido Socialista. La jugó como era su costumbre, a fondo, y se llevó la satisfacción de comprobar que tanta gente, aún en los pueblitos más pequeños, más alejados del país, se acercaba a decirle: siga adelante con su lucha, profesor, con su honestidad”.
Alfredo Bravo junto a Guillermo Estévez Boero, fueron los artífices de la reunificación del Partido Socialista. Como muchos otros hombres y mujeres que han comulgado con esos valores e ideales, representaron la antítesis de la “política criolla”, tal como denominaba el fundador del partido, Juan B. Justo, al desempeño de quienes utilizaban artimañas de todo tipo –reñidas en su mayoría con los principios éticos y morales que deben primar en el ejercicio de la política- para obtener cargos y sumar poder.
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