Los artistas argentinos Ananké Asseff, Diego Bianchi, Martín Di Girolamo, Gabriela Golder, Marcos López, Leonel Luna y Graciela Taquini muestran en el edificio de Paseo Victoria 972 las mismas obras y otras similares a las que exhibirán desde el viernes en la capital cubana.
"Con la intención de ampliar el acceso y contacto con la creación artística y dar visibilidad a la producción cultural argentina, la obra de estos artistas se reproduce en el Museo de Arte Tigre, algunas veces modificada y otras tal cual se presenta en La Habana", destaca la directora del MATi, Diana Saiegh.
La videoinstalación interactiva "Border Line", que Taquini presentó en 2007 en Argentina y España, llega a La Habana con la forma de un video publicitario de proyección continua que aborda en tono de sátira paranoide las "bondades" de un satélite de vigilancia generado a partir de la imagen del Google Earth.
"Una voz muy sexy explica los pro del satélite mientras la imagen se acerca al mundo, América, Cuba, La Habana y la bienal. La voz dice que se puede salir del lugar con un código secreto pero no ahora porque es peligroso y repite lo mismo hasta que adquiere un tinte monstruoso, más bien siniestro", dice Taquini.
La obra que se muestra a la par en el MATi se basa en la ciudad de vigilancia planteada por Orwell en la novela "1984" -cuenta Taquini- para quien la resistencia está en "la idea del cazador cazado, en la especie de batalla entre el satélite y el ser vigilado".
López, en cambio, envió la fotografía "Asado en Mendiolaza" y el trabajo en proceso "Sub-realismo criollo" a Cuba, pero en Tigre dejó "El cumpleaños de la directora": "imágenes que transmiten una idea emocional del estado actual del país y que no muestran el subdesarrollo sino su textura", reseña el santafesino.
En la videoinstalación y performance "Preocupación" Golder busca "nombrar para evitar la desaparición y dar existencia"; mientras que en su escultura realizada con desechos y restos de objetos cotidianos, Bianchi pretende "evidenciar los mecanismos
"A esto se suman las fotografías de Asseff; la gigantografía de Luna donde monta una remake de la Guerra del malón con imágenes de gente que ocupa terrenos en la crisis de 2001; y las muñecas de resina de Di Girolamo", repasa Saiegh.
La bienal de La Habana, la más importante de Latinoamérica junto a la de San Pablo, se creó hace 25 años con la atención puesta en la obra de artistas del entonces denominado "tercer mundo", concepto que significó un quiebre para esos años 80 en que los grandes eventos artísticos reposaban sobre la producción de Europa y Norteamérica.
"La diferencia fundamental de esta bienal es que nació para darle espacio a los países que estaban fuera del circuito central del arte en aquel momento", apunta Saiegh, que también dirigió el Centro Cultural Recoleta.
"Los organizadores de la bienal cubana tienen una modalidad diferente a todas las demás: ellos mismos eligen a los artistas que participarán, mientras que las otras bienales delegan esa responsabilidad a las cancillerías de cada país participante",
De hecho todas las obras fueron elegidas por la curadora de esa muestra internacional, la cubana Margarita Sánchez.
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