La mujer, entre sollozos, le pidió al ladrón que no la matara, que estaba embarazada. Al tiempo que le decía eso, el asaltante apretó el gatillo dos veces. El mecanismo del arma falló y el proyectil no salió. Entonces, el ladrón le gritó a su víctima: "Callate, h... de p..., lo mismo me dijiste la otra vez".
En ese momento, María advirtió que el hombre que había estado a punto de matarla y el cómplice que vigilaba en la puerta de su local eran los mismos que la habían asaltado meses antes, en mayo.
María -que solicitó que no se revelara su identidad, por temor a represalias-, al igual que otros comerciantes del centro de la localidad de General Pacheco, en el partido de Tigre, viven con miedo por la sucesión de robos que sufrieron en 2008. Ella y los empleados de un local de venta de productos de granja fueron los últimos en ser asaltados, dos días antes de la Navidad.
"Durante 2008 me asaltaron tres veces. Dos de esos asaltos ocurrieron el mismo día. El primero fue a las 16.30. Uno de mis vecinos avisó a la policía; hubo una persecución y capturaron al ladrón, que llevaba encima la mercadería que me había robado. Después de declarar en la comisaría, volví a mi negocio. Cuando estaba por cerrar, me asaltaron nuevamente. Otra vez, la policía detuvo al ladrón. Cuando regresé a la comisaría para declarar por el segundo asalto, el sospechoso del primer robo ya no estaba. Como era menor, lo habían liberado", relató Martín Armendáriz, que tiene su local en Irigoyen y Jujuy.
Armendáriz integró un grupo de más de 50 comerciantes de General Pacheco que hace tres meses se reunió con el jefe de la Policía Distrital de Tigre y con el secretario de Seguridad del municipio para reclamar medidas de prevención de los asaltos.
"Prometieron que harían más patrullajes. Asignaron a dos hombres de la Policía Buenos Aires II para recorrer la zona. No volvimos a sufrir esas jornadas de cinco negocios asaltados en un día, pero el 23 de diciembre le robaron a una colega y a la gente del local que vende productos de granja. Seguimos teniendo miedo porque sabemos que en cualquier momento nos puede tocar nuevamente. La policía hace lo que puede, reacciona, pero no da abasto", agregó Armendáriz.
Zona castigadaLa mayoría de los asaltos ocurrieron durante el día, en una zona comercial que está a tres cuadras de la comisaría y a dos cuadras y media de la fiscalía descentralizada de General Pacheco.
Carlos Sardou, otro comerciante de la zona, también sufrió la repetición de robos en un mismo día.
"A mí me asaltaron 12 veces en un año y medio. Dos de esos robos ocurrieron el mismo día. Fue hace casi un año. A la mañana temprano entró un ladrón en el negocio y se llevó el horno de microondas. Antes, me dio vuelta la caja registradora y me tiró la panchera. Pude avisar a la policía y lo detuvieron a cinco cuadras del local. Entonces, fui a la comisaría, hice la denuncia y declaré, después de regresar al negocio, no pasaron más de veinte minutos que entró una pareja; a punta de pistola, me pidieron que les diera la plata que tenía. No había terminado de acomodar el desastre que me había hecho el otro ladrón que ya me estaban asaltando de nuevo", recordó Sardou, resignado.
Según el comerciante, cinco de los 12 asaltos fueron cometidos por la misma pareja y sólo en uno de los hecho hubo un detenido, que salió libre rápidamente porque era menor.
"El problema que surgió con esta ola de asaltos es que las empleadas no quieren trabajar más porque tienen miedo. A una de las chicas que trabaja conmigo le pusieron dos veces el revólver en la cabeza y no quiere venir más. Además, se trabaja mal. Desconfiamos de todos y así no se puede vender, porque uno no sabe si le está abriendo la puerta a un cliente o a un ladrón", expresó Santiago, otro comerciante de la zona que, al igual que María, solicitó que se mantuviera su nombre en reserva, por temor a la venganza de los malvivientes. fuente: diario La Nacion
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