Crónica de un final anunciado: Renuncia de Alberto Fernandez y llegada de Sergio Massa
Este miércoles 23 de julio de 2008, el jefe de Gabinete de Ministros de
Hombre de diálogo permanente con los titulares de las cuatro entidades del campo, Fernández se transformó en una figura relevante, de permanentes conversaciones con la mesa de enlace, y también en el primer (¿y único?) fusible de la lisa y llana derrota del Poder K en el Congreso, esto descontando el alejamiento de Martín Lousteau de la cartera de Economía, mucho antes de que se pensara en delegar en el Poder Legislativo la potestad de decidir el futuro de las retenciones.
A él se le achacan los cortocircuitos que existieron, las idas y vueltas, marchas y contramarchas, anuncios rimbombantes y desplantes imprevistos. Pero la realidad es que Alberto sólo cumplía órdenes, que llegaban tanto desde Puerto Madero, pasando por Olivos y Balcarce 50, o hasta desde calle Matheu.
Más allá de cuestiones capilares, la realidad indica que Alberto Fernández no seguirá formando parte del Gobierno, y por eso Julio De Vido brinda con champán: era su “enemigo interno” y, al mismo tiempo, llega un “buen compañero”, el aún intendente de Tigre y ex titular de
El arribo de Massa se produce ahora, pero se trata de una decisión tomada: durante el acto en que Néstor Kirchner asumió formalmente la presidencia del PJ, en la cancha del club Almagro, partido bonaerense de Tres de Febrero, el propio ex mandatario le comunicó “su” decisión al “joven maravilla” para que se convirtiera en el hombre con más peso del Gabinete nacional.
Joven, de buena imagen social y símbolo de la renovación política argentina, todos atributos que desde siempre pregonó el ex jefe de Estado, pero que al momento no había logrado plasmar, y que están sintetizados en la figura de Massa.
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