Cayó ante Vélez Sarsfield por 2 a 0 en Victoria y acumula seis partidos sin un triunfo que lo acerque a las copas. Los goles fueron marcados por Escudero y Silva, fue expulsado Román Martínez. |
El partido de hace un par de fechas ante San Lorenzo marcó un quiebre en el rendimiento del equipo que, hasta allí, sin tener el juego vistoso y aceitado del Apertura, transmitía una sensación de ir recorriendo un camino de recuperación. De allí en más, además de contundencia en ataque, Tigre comenzó a perder la frescura y el volumen de juego del mediocampo, y mostró cierta vulnerabilidad defensiva que hasta allí no se había notado, al menos en la red. A este Tigre de hoy, todo parece costarle el doble, como si la ansiedad por revertir la situación en cuanto al rendimiento, opacara la confianza de más de un año de trabajo y triunfos. El partido ante Vélez Sarsfield fue parejo, donde ambos se repartieron pelota y protagonismo. Sin embargo, la insistencia de Tigre, prolijo en defensa para salir jugando desde abajo, chocaba contra sus propias imprecisiones y terminaba haciendo los avances muy rebuscados, con demasiados pases errados y sin arremeter contra el arco visitante. Tanto, que las llegadas más claras fueron un lejano tiro de Paparatto y una serie de rebotes que terminó con un despeje sobre la línea, durante unos diez minutos de arremetida sobre el final de la primera etapa. En el segundo tiempo, Tigre, más decidido, se volcó íntegramente al ataque, pero sólo logró generar peligro con un centro de Suárez que Diz a punto estuvo de conectar de palomita y un remate de Giménez, que Montoya desvió al córner, cuando el partido ya estaba 0-2. Vélez, en cambio, hizo su negocio. Dejó que Tigre se desgastara, apostó al contragolpe y cuando lo propuso llegó con profundidad: en el primer tiempo Islas tapó espectacularmente un remate de Escudero, y en el complementario, el volante de Vélez volvió a probar con la misma precisión y convirtió. Al rato nomás, Silva tuvo dos mano a mano consecutivos y, en el segundo, no perdonó. Ya sobre el final, la roja a Román Martínez, síntoma de la impotencia, correctamente expulsado por un Baliño que continúa una ya extensa serie de arbitrajes con poca fortuna. El reconocimiento a la gente que se quedó para aplaudir y apoyar a sus jugadores, confiando que, con trabajo y el sacrificio que este plantel ya demostró, todo se puede volver a encaminar. Y es justamente ese recordado “110%” con el que se consiguió el ascenso a lo que habrá que apostar para que un sueño inédito en la historia del Club, y tan cercano a este presente al que tanto costó llegar, no se esfume en las próximas seis fechas.
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