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martes, 21 de julio de 2009

Una misteriosa muerte que aún no tiene certezas

La familia de Alejandro Alegre sigue reclamando respuestas

Casi cinco días desaparecido y un cuerpo que es hallado sumergido en un canal aliviador dentro del exclusivo complejo habitacional Nordelta del partido de Tigre.

Una muerte tan confusa para los investigadores del caso que hoy, a casi un año, no han ofrecido una respuesta concreta sobre lo sucedido.

Las hipótesis de un suicidio o de un robo fueron descartadas, pero, sin dudas, se está ante una muerte violenta.

La familia de la víctima mantuvo un silencio inducido por los encargados de llegar a la verdad, pero cansados de las promesas incumplidas salen a denunciar la injusticia.

Este cúmulo de elementos forma parte de una sórdida historia de desidia e impunidad, que tuvo a Alejandro Luis Alegre -un joven trabajador de una fábrica de muebles- como involuntario protagonista.

Desde aquella noche del 30 de agosto de 2008 cuando salió de su casa en Escobar y que, tras ser denunciada su desaparición ante la Policía, pudo ser hallado por la pericia de un operario de una máquina de dragado de uno de los cursos de agua que atraviesan ese paraíso dentro de la geografía de la zona norte del Conurbano bonaerense.

Ya habían pasado 108 horas de búsqueda y desesperación que se toparon con ese trágico final.

Alegre, de 34 años, vivía con sus padres y todos los días salía a trabajar hasta el depósito, en la localidad de Acassuso, en el que cumplía funciones de encargado.

Un tipo común que no tenía mayores problemas que la rutinaria pelea de un laburante y que quienes lo conocieron definen como “muy familiero”.

Sin enemigos, ni deudas económicas, nada parece indicar que se haya tratado de un crimen premeditado, aunque sus familiares no dudan en afirmar que “fue un asesinato”.

El paso del tiempo, quizás la falta de pruebas, han derivado en que la fiscalía descentralizada de Benavídez o el personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Tigre, no hayan avanzado en el esclarecimiento del caso.

Mirta Susana Ganim y Melitor Alegre, los padres del joven, esperaron en forma paciente, por la resolución de la misteriosa muerte de su hijo.

Entre el dolor que paraliza y la confianza ante una situación inesperada ante quienes se comprometieron en averiguar que había ocurrido.

“Todavía recuerdo aquellas palabras de la fiscal (María Inés) Domínguez y de un grupo de jefes policiales sobre la importancia de que la prensa no se enterara y así no entorpecer la investigación.

Ahora me doy cuenta de nuestro error, ya que no resolvieron nada y ni siquiera nos devolvieron la ropa de Alejandro, que tiene un gran valor afectivo y a la que no reclamamos por lo material”, señaló la mujer.
¿Robo y muerte?

Frente a la dificultad de reconstruir qué pasó con Alejandro Alegre desde que salió de su domicilio hasta que apareció su cadáver en estado de descomposición hundido en un canal aliviador en el interior del Nordelta, sus seres queridos tienen algunas certezas, construidas entre datos concretos y presunciones.

“La autopsia determinó que murió por asfixia por inmersión, aunque los forenses también establecieron que el deceso se produjo 36 horas antes del hallazgo del cuerpo y que presentaba un fuerte golpe en la cabeza que difícilmente se haya registrado post-mortem, debido a la tumefacción en la zona de la lesión.

Nadie se quita la vida de esa forma, por lo que estamos convencidos de un asesinato con fines de robo” apuntó Susana Ganim.

Para los investigadores, el motivo que se desencadenó el episodio no fue el robo, pues entre sus pertenencias encontraron la billetera con sus documentos y 200 pesos en efectivo.

En tanto, la madre del joven aporta un dato fundamental sobre el faltante de una suma de dinero que tenía ahorrado y con el que pensaba comprarse un auto.

“Al revisar sus cosas, comprobé que en la cajita donde él tenía guardado 6.000 pesos, la plata no estaba. Si se la llevó, alguien lo sabía y para sacársela lo mataron. No se nos ocurre otra cosa y además sobre todo lo que nos dijeron que iban a averiguar, nunca nadie nos informó nada” agregó. “Hicieron poco y nada” Otro de los puntos “oscuros” del caso residen en que la familia Alegre radicó la denuncia por “averiguación de paradero” en la comisaría 1ª de Escobar, pero, según la madre del joven, “dos días más tarde, gente que lo conocía y nosotros mismos preguntamos a la Policía de San Isidro y de otras zonas, aunque ni enterados estaban de la existencia de una búsqueda.

Hay muchas dudas, como que no existe registro que haya entrado en Nordelta, pero aparece sumergido en un canal interno de allí y encontrado de casualidad por un muchacho que estaba dragando, si al cuerpo lo agarraba esa máquina no aparecía más”.

Con el asesoramiento del abogado Fernando Giordano, los padres de la víctima exigen que el expediente, caratulado como “Muerte dudosa”, “no quede en el olvido y que los que tengan que investigar, investiguen.

Tenemos la sensación de que han hecho poco y nada, como si no les interesara o encubrieran a alguien.

Aquel episodio en el que nos pidieron que no hiciéramos público el hecho y muchas irregularidades que se dieron después son sugestivas.

Ni siquiera nos entregan su ropa, que sólo queremos conservar para recordarlo como cada día y la fiscal Domínguez dijo que las prendas están en la comisaría, pero allí no la conservaron en una bolsa, sino que la tiraron en un cajón, en el que hay que revolver para encontrarla.

Es apenas una muestra del tratamiento que se la ha dado al caso”.

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