Tigre, un exitoso reto al destino

Lo logró. Tigre puede ser campeón. Está en la misma grilla que Boca y San Lorenzo, y no por terciar entre dos poderosos se le asignan menos chances. En esta realidad descansa su gran mérito. Lo logró, entonces. Logró pegar el salto. No tienen sus jugadores el renombre de muchos de los que integran los otros planteles con posibilidades de conquistar el Apertura, Lanús incluido. Pero a Tigre se lo respeta tanto o más que a sus competidores por el título. No se lo encuadra como equipo chico pese a haber edificado su base con jugadores que provienen de los torneos de ascenso. Si su destino en Primera era pelear por la permanencia, Tigre lo torció. No es racha ni casualidad. Ya fue subcampeón hace un año, tras su regreso a Primera División. Es ésta apenas su tercera participación en la máxima categoría desde que sorteó a Chicago en la Promoción. Hay una línea recta, una regularidad, una ambición y un equipo que respalda las pretensiones. Tigre creció con el aprovechamiento integral de los recursos. Siguió un mandato austero: esto tengo, con esto trabajo y con esto discuto. En 2004 la meta era no descender a Primera C. No sólo no cayó al abismo sino que fue despegando. Trepó a la B Nacional. Más tarde a la A. Y rescribió su historia. Tigre nunca se preocupó por el promedio. El único secreto es que juega para mirar arriba y no para mirar abajo. Lo hace con la guía de un técnico joven, inquieto y rendidor. Diego Cagna sabe explotar las virtudes de sus dirigidos. Las registra y las potencia. Así se destapa Martín Morel o asoma para pisar fuerte Diego Castaño. Y cuando se le van jugadores clave, no acusa las ausencias. Pasó con Martín Galmarini, hoy sumergido en River, y con Leandro Lazzaro, el goleador en el subcampeonato, que se fue a Estudiantes, volvió, necesitó reacomodarse y días atrás se reencontró con la red en Rosario, justo en un partido crucial. Cagna analiza y ordena. Es difícil que a Tigre se lo vea mal parado o superado claramente por un oponente. Le sucedió contra Estudiantes y fue la excepción. Parecía que con River y Central se repetía la película, y en las dos ocasiones dio vuelta el resultado. Una muestra de consistencia y de contundencia frente a la adversidad. Sensatez de dirigentes, entrenador y jugadores. Solidez sustentada. Ilusión justificada. Tigre lo logró. Puede ser campeón teniendo menos que otros. Lo sea o no, ganó igual.