Errores que se pagaron caro

Tigre volvió a sufrir en defensa, y a pesar de jugar de igual a igual todo el partido cayó por 4 a 2 ante Rosario Central. Leyes y Román Martínez, los goles del equipo de Diego Cagna.

Cuando todo parecía estar controlado y el partido se disputaba como Tigre pretendía, cada error se pagó con un gol en contra y terminó por agrandar a un rival que consiguió un resultado demasiado abultado, conviertiendo cada vez que llegó con profundidad. En el comienzo, Tigre le cedió la iniciativa a Central, que manejó la pelota pero no logró inquietar a Islas hasta promediar la primera etapa. Incluso en ese lapso Tigre tuvo las más claras con una tijera de Matías Giménez y un cabezazo de Castaño que dio en el palo. Luego, a los 34, en una sencilla combinación por la punta izquierda de la defensa, el lateral derecho del local entró en diagonal, sin marca, a buscar la devolución de su pase y fusilar a Islas de zurda. En desventaja, Tigre no se achicó y buscó una rápida igualdad que llegó a los tres minutos tras un centro que Leyes tomó por el segundo palo y se la picó de forma exquisita a un Castellano que manoteó el aire. Tigre pareció mucho más sólido en el cierre del primer tiempo, robándole el control de pelota a Central, creciendo el trabajo de Román Martínez en el medio y con Pratto, el delantero más peligroso, desnivelando por afuera. En la segunda etapa, el local avisó a los 30 segundos, con un desborde por izquierda, centro atrás y un remate de Vizcarra con todo el arco a su merced, que Islas tapó milagrosamente. El sacudón pareció no despertar a Tigre que, en una constante en este torneo, perdió otra pelota en zona peligrosa con un pase mal entregado para que el propio Vizcarra se tomara revancha con un tiro de media distancia. Tigre fue en busca del empate y lo consiguió nuevamente tres minutos después, tras una falta frontal ejecutada por Ereros que Pratto cabeceó con el hombro para que Román Martínez ganara en el salto a la salida de Castellano. Así enmudeció a un estadio que se preparaba para una fiesta e hizo delirar a los casi 3000 heróicos hinchas de Tigre que a pesar del horario dijeron presente en Arroyito. El encuentro se tornaba emotivo y vibrante, con dos equipos decididos a buscar el triunfo. A los 19, un nuevo desborde por izquierda y centro atrás del recién ingresado Arzuaga, para que Central, con más gente en el área, convirtiera el tercero a través de Costa. Tuvo el empate Tigre, con dos exquisitos pases de Román Martínez para dejar mano a mano a Pratto, que primero definió cruzado de zurda y el arquero desvió con el pie, y luego, esta vez por derecha, fusiló para que Castellano tapara con una volada. Tigre llegaba y no convertía, y abajo seguía sufriendo. Una pelota perdida en mitad de cancha, esta vez por la derecha, culminó en un desborde de Costa que mandó un centro razante al punto del penal y Arzuaga, solo, estirara la diferencia. Hasta el final, se mantuvo la convicción y el coraje en busca de un empate ya demasiado lejano. La acumulación de nombres en defensa, al no ajustar las marcas, nunca garantizó una mayor seguridad, viéndose desbordada por las puntas, y permitiendo que los rivales avancen libres con facilidad, sin ensuciar sus jugadas o siquiera cortar con alguna infracción lejos del área, a veces necesaria como recurso final. Se apostó nuevamente por una propuesta dignísima, con un juego abierto y ambicioso, jugando de igual ante un equipo que buscaba asegurarse la permanencia. Pero donde en las áreas, a la hora de marcar la diferencia, los goles que tanto cuestan convertir, a los rivales se les hace muy fácil y, con el correr de las fechas, transformaron al arco de Tigre en uno de los más goleados del campeonato.