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sábado, 17 de noviembre de 2007

CASO PERALTA/ TESTIGOS COMPLICAN SITUACION DE REMISERO EN SECUESTRO

Dos testigos complicaron hoy la situación del remisero Fermín Amarilla, acusado de participar del secuestro y homicidio de Diego Peralta, el adolescente de 17 años acuchillado y degollado en el 2002 y cuyo cuerpo fue arrojado a una tosquera de la localidad de Ezpeleta. Se trata de Rosa Mariana Chávez y Luis Vinelli quienes hoy prestaron declaración testimonial ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata que juzga a siete hombres y una mujer por el secuestro extorsivo y asesinato de Peralta. Chávez explicó a los jueces que integran el Tribunal que el día del secuestro de Diego Peralta iba para su trabajo “y al llegar a la esquina” dijo que pudo “ver que había un remís estacionado pegado a la vereda”. La mujer relató que cuando estaba por cruzar la calle “vino un auto, dobló en U y se puso al lado del remís en sentido contrario, tras lo cual bajaron de ese rodado dos hombres”. Detalló que una de esas personas “se quedó en la puerta del conductor del remis y el otro fue hacia el lado del acompañante, abrió la puerta, bajaron a un joven, lo subieron al otro auto y salieron rápidamente”. La testigo, que trazó ante los jueces un croquis de la calle y la secuencia con la que ocurrieron los hechos, explicó que como le llamó la atención esa circunstancia, se fijó en el número de la patente del vehículo. Un relato similar trazó Luis Vinelli, un remisero que también fue testigo del secuestro y que coincidió con Chávez en que cuando sacaron a Peralta del remis “el auto estaba estacionado y con el motor detenido”. Peralta, fue secuestrado cuando se dirigía en un remís a la escuela y, según el chofer del auto, Fermín Amarilla, fue interceptado por un Senda del que bajaron dos hombres y al grito de “alto policía” lo golpearon y secuestraron al adolescente. Sin embargo, para la justicia, Amarilla era parte de la banda de los secuestradores de Diego Peralta y por eso lo procesó y lo detuvo un año y medio después del hecho. El abogado de la familia Peralta, José Vera, explicó que los testimonios de hoy “confirman la resolución adoptada por la Cámara Federal de La Plata que procesó con prisión preventiva como partícipe necesario del secuestro al remisero”. El letrado sostuvo que “comienza a vislumbrarse un cuadro de imputación grave contra Amarilla, ya que probablemente la muerte de Diego pueda llegar a ser en función del conocimiento que él tenía respecto a que Amarilla lo entregó a los secuestradores”. El juicio por el secuestro y muerte de Peralta, que comenzó el lunes último, está a cargo del Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata, integrado por Carlos Rozanski, Horacio Isaurralde y Norberto Lorenzo. Cinco de los acusados están procesados por secuestro extorsivo en concurso real con homicidio doblemente agravado por alevosía y ensañamiento para ocultar otro delito (criminis causa), reprimido con penas de hasta prisión o reclusión perpetua. Se trata de Marcelo Alejandro Cejaz, alias “Chelo”; Julio César Rotela; Rosa Gisella Pistillo, alias “La Gorda Rosita”; Enrique Alberto Báez, alias “Baty”, y David Esteban Pereyra, alias “Chaca”, todos ellos actualmente alojados en el penal de Ezeiza. Otros tres imputados son José Pablo García, Lauro Shimabukuro, alias “El Chino”, y Fermín Amarilla. Un noveno imputado, Carlos Ramón Garzón, alias “Pipi”, estuvo prófugo dos años y fue detenido en Paraguay, donde aún se encuentra a la espera de que se conceda la extradición reclamada por la Justicia argentina. Diego Alberto Peralta, de 17 años, fue secuestrado por delincuentes que lo capturaron el 5 de julio de 2002 en El Jaguel, partido de Esteban Echeverría, cuando se dirigía al colegio. Los captores llevaron al chico a una vivienda del barrio Los Plátanos, en Berazategui, lo doparon con tranquilizantes y pidieron 200 mil dólares de rescate, ya que, de acuerdo con una información errónea que tenían, creían que el padre de la víctima guardaba esa cifra en su casa. Según la confesión de Cejas, al tercer día de cautiverio, la banda tomó la decisión de asesinar a Peralta por dos motivos: creían que Luis Peralta no quería entregar sus ahorros y que Diego pudo haberles visto las caras en el momento de la captura. Los captores le aplicaron puñaladas en la espalda, luego lo degollaron y lo arrojaron a las aguas de una tosquera de Ezpeleta atado a un riel, donde fue hallado el 12 de agosto de 2002. Pese a que ya lo habían asesinado, la banda cobró el 20 de julio de ese año un rescate de 9.000 pesos y 2.000 dólares que Luis Peralta arrojó cerca de la cancha de Claypole.

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